Desde que estalló la crisis acelerada por la pandemia del Covid-19, se han producido numerosas huelgas alrededor del mundo, que en muchos casos han escapado del control burócrata-sindical. Pero si han destacado por ser una verdadera oleada de huelgas en defensa de la salud de los trabajadores y que comienzan a pasar a ser luchas por mejorar las condiciones de trabajo (horario, salarios,etc.), también destacan por el silencio mediático que ha buscado sepultar dichas huelgas en el desconocimiento. Un cegador control mediático, como se ha evidenciado en España, que nuevamente tiene como objetivo negar a la clase trabajadora, como clase social en sí y como clase capaz de organizar, aunque sea a pequeña escala, huelgas por sus intereses y reivindicaciones.
Donde se han organizado huelgas, los medios de desinformación han tapado a más no poder. Si las huelgas escapaban del cerco desinformativo, los medios nos decían que la decisión de cerrar las plantillas era de la propia empresa. Se evidencia nuevamente bajo el servicio de quién están los diversos medios de comunicación.
1. Los medios de comunicación, nuevamente al descubierto
Ante la situación que destacamos, también se evidencia la función que cumplen los medios de comunicación en el sistema capitalista. La supuesta neutralidad que se ha defendido, ya fuera desde la derecha o la izquierda del capitalismo, se ha evidenciado históricamente como una burda falsedad. La neutralidad política en el seno de una sociedad caracterizada por la explotación de clases es una farsa vergonzosa. Es ello que no nos debemos sorprender cuando los medios de comunicación del capital defiendan a sus amos, silenciando las acciones de una clase social que es sistemáticamente negada. Es por ello que ante esta realidad histórica, debemos obtener la conclusión de la necesidad de unos medios de comunicación propios de la clase trabajadora, con el fín de ofrecer un contrarrelato a la ofensiva distorsionadora y propagandística del capitalismo. Por lo que deben destacar los medios de la clase trabajadora es por ajustarse rigurosamente a la verdad de los sucesos acontecidos, desenmascarando las falsedades de los desinformantes de la burguesía, siempre reflejando las acciones e intereses de la clase trabajadora.
2. La huelgas resurgen
La censura de los hechos ha respondido a una oleada internacional de huelgas de la clase trabajadora, de paso demostrando nuevamente a los negadores nacionalistas el carácter internacional de una clase explotada en todo el planeta. La crisis sanitaria lanzó a miles de trabajadores por todo el mundo en reivindicaciones reclamando mejoras en las condiciones sanitarias del trabajo y que se siguiera el confinamiento que las circunstancias pandémicas exigían. Pero las luchas han demostrado transicionar hacia reivindicaciones económicas, cuando la precariedad y las horas de trabajo se han visto redobladas. Pero la realidad sigue siendo que las huelgas continúan siendo asfixiadas debido a su escala local y sectorial. Dos deben ser los cercos que deben ser superados si queremos que estas huelgas den un salto. El cerco local y sectorial, que divide las posibles fuerzas de la acción de la clase trabajadora, y el cerco sindical de aquellos burócratas erigidos en representantes de los trabajadores por la burguesía, mientras consensúan los nuevos recortes y mercadeos con la patronal.
3. Perspectiva futura
Mientras estas líneas son escritas, se van sumando las convocatorias de huelgas, destacando Francia en Europa, alarmando a unas autoridades que prevén un otoño caliente. En España también está latente ese riesgo, aunque los que más ruido hacen por el momento son unas clases explotadoras que desde sus barrios se lanzan al circo nacionalista y necrófilo. Pero si bien podemos tener la certeza de que se producirán movilizaciones de los trabajadores, el carácter de estas no queda claro. Las fuerzas políticas de la pequeña burguesía, en coalición gubernamental, está en posición de desprestigiarse totalmente, por lo que no está en posición de ningún falso discurso “a favor” de los intereses de los trabajadores. Por otra parte, los restos del stalinismo nostálgico no tienen capacidad real de movilizar a los trabajadores ni mucho menos dar consignas reales que encuentren suelo común con los intereses de los trabajadores. Es por ello que ante el actual panorama, es aún más urgente organizar el internacionalismo y sus grupos que desde el terreno se unan a las movilizaciones de los trabajadores y aporten consignas en clara dirección hacia la emancipación de los trabajadores.